El combustible más explosivo


“Los campeones no se hacen en gimnasios porque están hechos de algo inmaterial que está muy dentro de ellos. Es un sueño, un deseo, una visión”.
Muhammad Alí.

La motivación para realizar ejercicio físico o practicar algún deporte resulta muy compleja cuando no se es un atleta profesional. ¿Para qué esforzarse si en los objetivos no figuran ganar una competencia, batir un record, representar al país o vencer a los mejores? Entonces ¿por qué y para qué entrenar?

El anhelo por ser más hábil y competitivo, tanto como para vencer a los atletas más exitosos, suele ser un combustible motivacional explosivo y extraordinario. Aunque cada quién tiene su propia razón para someterse a extenuantes rutinas físicas, no es menos cierto que al progresar, los estímulos y las recompensas resultan tan emocionantes que se piensa en otra rutina más exigente.

Sin embargo, la vida cambia y la motivación desaparece o se va transformando. Las razones para mantener el entrenamiento pueden sucumbir ante las prioridades que aparecen con el tiempo. Y es que a los 15 años se puede fijar una motivación, pero no es igual a los 35 años. Evidentemente, el cuerpo tampoco es el mismo y ello contribuye a que los anhelos deportivos se desvanezcan.

Para los que no abandonan se hace necesaria una constante reafirmación de compromiso. Hay que proseguir, así sea con un ritmo menor. Conservar ardiendo el fuego de la motivación para experimentar la gloria personal, eso es lo importante.

Autor: Humberto Gutiérrez