Deportistas innatos y fraternales
La práctica del deporte, llamémoslo
informal, es una de las tendencias más arraigadas entre los jóvenes venezolanos.
Artículos deportivos tan rudimentarios como una pelota de goma, de cartón o de
“teipe”; o un palo de escoba y unas chapas desechadas suelen ser suficientes
para que los muchachos pasen un buen rato imitando a los más renombrados
beisbolistas. También están los que, con un poco de imaginación y muchas ganas,
construyen su propio gimnasio a partir de latas de leche, o galones de pinturas
vacíos, cemento, arena y unos cuantos tubos galvanizados. Otros casos
observables son aquellos en los cuales un callejón es “acondicionado” como una
cancha de futbolito; donde también es muy probable encontrar un poste donde
cuelgue una tabla con una canasta hecha con una gavera de cerveza. Casos como
los mencionados suelen ser comunes, inclusive se multiplican, en los barrios
populares, escenarios donde el acceso a los utensilios deportivos más básicos
no representa una prioridad.
Esta práctica realizada en las
calles, veredas y estacionamientos a lo largo del país suele traer una carga de
fraternidad entre los adolescentes. La disputa de torneos peculiares inventados
en las mentes de cualquier grupo de muchachos ayuda al desarrollo físico y
motriz, pero igualmente deriva en un fortalecimiento de los vínculos personales
y la definición de rasgos característicos. Una dinámica que la realizamos
cuando jóvenes, y nuestros hijos ahora también ejecutan. En estos tiempos,
seamos guías para que siga existiendo esa afiliación humana a través de la
práctica deportiva y el ejercicio.
Autor : Humberto
Gutiérrez